7 de septiembre de 2014

Dogging (me pone hacerlo en público)

Buenos días, tardes o noches (esto depende de cuándo os sintáis irremediablemente atraídos por el sugerente título de este post).

Seguro que estáis deseando conocer los detalles más escabrosos de mi ajetreada vida sexual al aire libre pero lamento anticiparos que ese no es el verdadero tema de esta entrada.

La cuestión es que uno de los artículos del último número de Glamour detalla la naturaleza de este fenómeno denominado dogging. Para quienes no lo hayáis deducido ya, el dogging se basa en llevar a cabo prácticas sexuales en público y, al parecer, se manifiesta en parejas sexuales a partir de los 30 años.

¿Por qué? Pues, en teoría, se trata de una manera de renovar la vida sexual de la pareja (y digo la pareja y no "uno mismo" porque seguro que si nos encontrásemos un individuo tocándose en cualquier lugar público, este no sería un practicante de dogging sino un perturbado a secas). En cualquiera de los casos, no tengo muy claro qué pensar al respecto.

Porque, entre pitos y flautas, el artículo que presenta Glamour acaba derivando en que no sólo hacerlo en público mola y estimula. Lo que de verdad mola es coger a un completo desconocido en mitad de un concierto y hacérselo a tope, en mitad del gentío mientras tu novio se queda en casa con gripe. Eso, chicas y chicos, sí que debe rentar. O al menos es lo que la periodista Eva París nos cuenta en su texto: la renuncia a los principios en favor de lo mainstream, que es lo que vende y lo que interesa (como el título de esta entrada).





No hay comentarios:

Publicar un comentario